El origen de todas las leyendas

Los relatos de nuestros antepasados hablan de ellos, las historias antiguas, las leyendas que conocemos como las vibraciones primordiales.

Cuentan que vinieron desde un continente desconocido, de una tierra pródiga, hacia el poniente, más allá de los mares.

Los mares que sólo ellos dominaban. Porque no había navegantes que pudieran superarlos. Ningún otro pueblo pudo alcanzar la perfección de sus ágiles embarcaciones, ni el coraje para enfrentar las imponentes olas y burlar los peligros que acechan en las profundidades.

Ellos estudiaban el movimiento del sol y eran capaces de leer el firmamento. Manejaban extraños instrumentos que les permitían orientarse, aun en la inmensidad del mar.

En las costas y riberas, su llegada era esperada con impaciencia. Sus barcos eran bienvenidos porque a cambio de ovejas y cestas de frutos, ellos entregarían finas telas, delicadas vasijas y prodigiosas herramientas.

Los Dioses habían sido solícitos con ellos. Les habían concedido muchos dones.

Su sabiduría era grande. Conocían todos los usos de las plantas. No solamente eran diestros con los caballos, también eran capaces de montar a los grandes elefantes y hasta los veloces delfines.

Los hombres eran maestros forjando hojas de metal de oricalco. Que no utilizaban para fabricar armas porque no las necesitaban. La prudencia era su virtud, la generosidad su escudo. Su fuerza era el conocimiento.

Sus físicos eran portentosos, sus ojos portaban el azul del mar y sus largas cabelleras relucían al brillo del sol.

Nada igualaba a la belleza de sus mujeres. Ningún hombre era capaz de resistirse a sus encantos.

Dicen los relatos que ellas usaban túnicas blancas para dirigir las ceremonias y eran quienes gobernaban sus ciudades desde suntuosos palacios.

Aquellos hombres y mujeres fueron conocidos con diferentes nombres.

Los pueblos de las heladas tierras del norte, los llamaban los Vanir o Alfar.

Los sumerios los nombraban Annunaki y en la India se los conocía como los Daityas.

Los pueblos de pastores que viven en las bocas de los ríos, referían a ellos como los Xiganti o Titani.

Los isleños los llamaban Pelasgoi y los hebreos, Nefilim.

Y nuestros antepasados siempre los nombraron como los Pueblos del Mar.

Al igual que nosotros, ellos adoraban a la Diosa de la Creación, a quien nosotros llamamos Isis, la Esencia, y ellos nombraban Ama, la Madre.

Las leyendas relatan que una vez el infortunio llegó desde el cielo, trayendo muerte y destrucción a la tierra, a las plantas, a los animales y a los hombres.

El dolor y el hambre asoló a todos los pueblos sin distinción.

Muchos años transcurrieron sin que tuviéramos noticias de ellos. Sin que sus naves llegaran a nuestras playas.

Hasta que finalmente, un recordado día, las inconfundibles velas de sus barcos reaparecieron en el horizonte.


4 comentarios on “El origen de todas las leyendas”

  1. […] Creo que Ignatius Donnelly fue un visionario como pocos. La mitología es el resultado de la transmisión oral durante generaciones de sucesos históricos reales, sin […]

  2. […] de Atlantis El origen de todas las leyendas […]

  3. carlos martín arocha rojasfacebook dice:

    Muy bueno el articulo. Lo prufundizare porque es demasiado interesante. Gracias por la publicacion.

  4. kreisler farrell heifets dice:

    papus dice que fueron siete razas….’por continente..,,,,,,,,enoch dice que eran gigantes y sabios,y enseñaron ala humanidad primero ala raza negra fue la que domino la metalurgia,,,y mas conocimientos la raza blanca era esclava de la negra pero robo la sabiduria….algo parecido a la mitologia griega…. mucho despues fueron las mujeres quienes se convirtieron en druidesas


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